Desde hace varios años me acuesto con el marido de mi prima. Ella es como si fuera mi hermana. Todo comenzó como un juego, hasta que un día que nos quedamos solos, el puso sus manos sobre mis muslos, y yo no pude detenerlo. Sus manos subieron hasta mis partes intimas, que ante el sucio acto que estabamos cometiendo se habia anegado, estaba muy excitada esperando que me tocara más allá. Y lo hizo. Desde entonces esperamos cualquier excusa para quedarnos a solas y devorar nuestros cuerpos. Es el peor pecado que cometo, y me acuso culpable.