Como se corrió como polvora la noticia de que terminé con mi novio oficial, todos los machos de la oficina han empezado el ritual de cortejo. Me envian mensajes, se han vuelto caballerosos. Hoy me han llegado casi 3 ramos de flores, 2 peluches, 8 tarjetas y una serenata. Y mis compañeras de trabajo me miran envidiosas, hablan de mi a mis espaldas, se ponen celosas del ajetreo que se cierne alrededor de mi cubículo. No sé a quien aceptar. Ninguno me mueve el piso. Ninguno puede ocupar el lugar vacio que dejó mi novio. Y ninguno podría ocupar el lugar vacante de padrastro para mi hijo.